Colombia: el
fallo de la Haya y la ausencia de una política fronteriza como política de
Estado
Mucho se discutió
sobre San Andrés tras el fallo de la Haya. Miles de colombianos, indignados,
pidieron desconocer el fallo proferido por el tribunal internacional. Hubo
múltiples quejas por la pérdida de la soberanía colombiana en aproximadamente 75.000
kilómetros cuadrados de mar territorial. Hoy, un poco más de ocho meses después
del fallo, se sigue discutiendo sobre la disputa colombiana con Nicaragua, la pretensión
de explotación petrolera por parte de Nicaragua en aguas de soberanía colombianas
y la probable demanda de Nicaragua en torno a la expansión de su plataforma
continental.
Sin embargo, pese
a que mucho se discute sobre la crisis internacional, hay pocos
pronunciamientos sobre el problema nacional.
Actualmente, San
Andrés vive sumergido en dos contextos problemáticos y, aun cuando bien uno de
ellas comprende la pérdida de mar, el otro es de carácter interno debido a la
carencia de una política de Estado capaz de diagnosticar la situación
fronteriza colombiana y las metas que el Estado debe asumir para combatir dicha
condición.
Sería absurdo
pretender argumentar que el fallo de la Haya no cambió la vida de los
habitantes de San Andrés; pues con la pérdida de los 75.000 kilómetros
cuadrados de mar el Estado no sólo perdió soberanía, sino también importantes
recursos ecológicos y económicos. Para los sanandresanos se perdió el derecho a
la pesca en importantes extensiones marítimas y, además, se complicó el derecho
de defender la no exploración petrolífera en importantes zonas de reserva
marítima. Por consiguiente, el fallo supuso un cambio radical.
Sin embargo, el
fallo actúo como un grito mudo ante los oídos del gobierno colombiano, pues
muchos de los problemas internos que aquejaban al archipiélago y eran anteriores
al juicio, persisten en la vida de los isleños colombianos.
Colombia se ha
caracterizado por ser un país con un centralismo mal manejado, pues el concepto
de centralismo no debería implicar el descuido regional y fronterizo. Sin embargo,
en Colombia, la ausencia de una política fronteriza es una política de Estado.
No es sino
preguntarse por qué se dio la pérdida de Panamá en 1903. No es sino preguntarse en dónde están los
lugares de Colombia en donde están los más altos índices de Necesidades Básicas
Insatisfechas, NBIs, o preguntarse dónde están los más altos índices de
desempleo, falta de oportunidades, falta de acceso a la educación, servicios
públicos y juzgados. Porque la respuesta siempre es la misma: las fronteras del
territorio colombiano, y San Andrés, como frontera insular, no es la excepción.
Como expuse anteriormente, San Andrés padece
de un problema de carácter interno y ese problema se debe al permanente
descuido del Estado.
Tras la
pérdida de Panamá el Estado colombiano se preocupó por concretar la nacionalización
colombiana de los isleños raizales y, por lo tanto, impuso el castellano como prioritario al
creole y permitió un mestizaje entre habitantes de la colombiana continental
con los raizales, sin la consideración de la preservación cultural de los
últimos. Sin embargo, tan pronto fue concretado el “objetivo homogeneizador”, las peticiones
de los isleños, ya una raza mestiza, volvieron a ser ignoradas.
Tras la política
gubernamental de homogeneización y antes del fallo emitido por la Corte de la
Haya, San Andrés sufría de un evidente abandono por parte del Estado. El
sistema de salud era insuficiente y había una mala disposición de basuras y
residuos hospitalarios. El sistema educativo era deficiente, había falta de
tecnología y pocos niños accedían a educación secundaria y aún menos a educación
superior. El patrimonio arquitectónico y cultural de las islas estaba deteriorado.
Además, por si no fuera poco, gran parte del empleo que se le prometió a los
raizales como consecuencia del desarrollo turístico, fue otorgado a colombianos
que residían dentro del territorio continental colombiano.
Tras la sentencia
de la Haya, la situación no ha mejorado. Las políticas gubernamentales
implementadas por Santos luego del conocimiento del fallo consistieron en la protección
militar de la frontera insular, en especial a los botes de pesca nacionales; y
el otorgamiento de subsidios por concepto de 1.800.000 pesos y por una duración
de seis meses, a los pesqueros colombianos.
Jorge Méndez,
miembro de la Asamblea Departamental de las islas, criticó fuertemente las
políticas del gobierno colombiano. Pues, como bien planteó en un foro sobre la
situación de San Andrés en la Universidad del Rosario, es ridículo que las
políticas gubernamentales consistan en hechos como el regalar tabletas a los
niños sanandresanos cuando la conexión a internet en el departamento insular es
insuficiente, sino inexistente.
Aun cuando es
cierto que el gobierno de Juan Manuel Santos bosquejó un plan de desarrollo
denominado Plan Archipiélago, dicho plan apenas empieza a ser implementado. Y,
de acuerdo con la tradición colombiana de la ausencia de una política
fronteriza como política de Estado, lo más probable es que el Plan Archipiélago
no pasé de ser una política gubernamental. Una política para un “mientras tanto”.
Por el contrario, es probable que cada gobierno siga dando subsidios a los
habitantes del archipiélago, sin considerar una política integral de desarrollo
económico, social, turístico, ambiental e industrial.
En conclusión,
Colombia no puede seguir viviendo a través de políticas gubernamentales, de
políticas para “mientras tanto”. Colombia necesita empezar a construir una política
fronteriza integral para así solucionar los problemas internos que aquejan a
las fronteras y, de esa forma, unir y cobijar bajo el centralismo, a todo el
territorio colombiano.
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