lunes, 29 de julio de 2013

El segundo acuerdo de la Habana: la ponderación de la paz sobre la justicia

El segundo acuerdo de la Habana: la ponderación de la paz sobre la justicia
El segundo acuerdo al que se desea llegar en la Habana, conduce a un inevitable debate en el que se ponderan la justicia y la paz.
La plausible participación política de las FARC, uno de los principales grupos victimarios causantes de cinco décadas de conflicto armado con un resultado de 218.000 muertos, 83% de ellos civiles, y 5.6 millones de víctimas, parece inicialmente inexplicable. La participación política parece ser una recompensa al daño infligido al pueblo colombiano, un disparo contra la justicia y un abrazo a la impunidad.
Sin embargo, la participación política de los grupos armados es también una condición necesaria para llegar a la paz. Puesto que es ella un punto indispensable del temario de negociación para quienes, hace décadas y antes de tomar rifles en mano, lucharon pacífica e infructuosamente por  su inclusión en el espectro político colombiano.
Luego, el segundo acuerdo de negociación en la Habana, que se resume a la participación política de las FARC, representa la paradoja entre justicia y paz.
Si se consideran los extremos, la paradoja es clara. En un extremo, quienes velan por el cumplimiento de una justicia penal llevada a cabalidad, no conciben la más mínima posibilidad de amnistía. Para ellos, a pesar de la ineficiencia que se evidencio en la desmovilización de los paramilitares bajo la Ley de Justicia y Paz, la mayoría, sino todos los criminales deben ser conducidos a juicio penal.
En el extremo opuesto, quienes velan por la consecución de una paz a través de  la verdad y de  la reparación simbólica, no conciben una justicia transicional sin indultos, pues para ellos el perdón es la base que guía el camino hacia el futuro.
No obstante, como en todo caso en donde los matices priman sobre lo absoluto, la mayoría de los colombianos se encuentran ubicados en un punto intermedio. Pues bien, cabe preguntarse cuál podría ser el punto intermedio que condujera al balance entre justicia y paz.
La respuesta es que tal punto es inalcanzable. Y como en todo caso en donde la balanza no puede estar equilibrada, es indispensable ponderar la validez de los conceptos de justicia y paz.
Pues bien, si bien la justicia es indispensable y necesaria para el perdón, en tanto que es inconcebible que victimarios sean premiados por sus atroces actos, también es cierto que no puede ser una justicia penal total. Soy de las que pienso que es necesaria una justicia transicional en la que estén presentes el indulto y la amnistía, sin por esto hablar de impunidad, para llegar al derecho tan anhelado por los 47 millones de colombianos: la obtención de la paz.

Por consiguiente, soy de las que pienso que es necesario el establecimiento de un acuerdo antes que una ley. Es necesaria una negociación política que, aunque como toda negociación no completamente satisfactoria, conduzca a Colombia al inicio del camino de la paz. 

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