En los
sucesivos paros del gobierno de Juan Manuel Santos, tanto campesinos, agricultores, cafeteros
y mineros solicitan los medios necesarios para asegurar su subsistencia.
Tras
el reiterado fracaso del gobierno por lograr una solución al conflicto en el
Catatumbo, y los sucesivos anuncios de paros por parte del sector agrícola, el
cafetero y el minero, el gobierno colombiano ha decidido implementar un drástico
cambio en su estrategia.
Desde
el 16 de Julio, Santos decidió tomar una posición fuerte en contra
de las protestas y afirmó que no va a permitir bloqueos ni que los
manifestantes impongan condiciones a la fuerza. Dictaminó que las protestas, además
de ser promovidas por grupos armados ilegales e integrantes de la oposición
legal de la izquierda, están siendo llevadas a cabo por vías de hecho. Y reafirmó
que el gobierno debe velar por la seguridad del pueblo colombiano y, por
consiguiente, no debe ceder ante las peticiones realizadas en dicho tipo de protestas.
Pues
bien, si bien es cierto que las
protestas deben tener límites y no deben afectar a terceros; y si bien es
cierto que el gobierno debe velar por la seguridad ciudadana, que va más allá
de quienes participan en las protestas, también es cierto que quienes
protestan, independientemente de los intereses políticos y económicos que subyacen
tras sus quejas, pelean por una causa justa: la adquisición de medios de
subsistencia.
El
abandono estatal de las zonas fronterizas, en donde coincidencialmente se
presentan los disturbios, ha sido un
denominador común de varios gobiernos colombianos. Dicho abandono llevó a la
pérdida de Panamá en 1903 y dicho abandono ha suscitado diversas huelgas en
Chocó, Cauca, Norte de Santander y Arauca entre otros. Los raizales de San
Andrés han vivido décadas sometidos a un precario presupuesto sumado a la inatención sobre sus quejas. Por si no es
poco, los habitantes de departamentos fronterizos en los llanos orientales, el amazonas,
el putumayo y el pacífico han vivido en condiciones de miseria, con altos índices
de necesidades básicas insatisfechas.
En
Colombia, como escuche decir a Claudia López, existen dos territorios: uno con
Estado y mercado y otro carente de ambos. Pues bien, el país carente de
condiciones de vida aceptables es el país que ahora se revela ante la falta de
presencia del Estado colombiano. Ese otro país clama por condiciones dignas de
vida que les han sido reiteradamente negadas. Clama por alternativas agrícolas
distintas a la coca, por la obtención de propiedad privada, por el acceso a la
salud, a la vivienda, entre otras cosas.
Por
consiguiente, más allá de que grupos armados ilegales tengan intereses detrás de
las protestas, lo importante para cuestionar es qué va a hacer el Estado
colombiano para garantizar la presencia y atención estatal en dichas zonas que,
a pesar de hacer parte del territorio colombiano, viven en condiciones de
absoluta pobreza.
No es
correcto estigmatizar las protestas por lo intereses que se ocultan detrás de
ellas. Lo importante es encontrar una solución. Es indispensable darle
respuesta a ese otro territorio dentro de Colombia e incluir a ese territorio,
por tantos años rezagado, como parte del Estado colombiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario